- “Voy a exigirle a la vida que me pague contigo… que me enseñe el sentido del dolor…” – Así va el estribillo de cierta canción comercial que alguien cerca de mi está escuchando en éste momento.
Vaya que es extraño que en algo tan banal como es el tema de una telenovela, se pueda contener una frase que pueda resultar tan amarga.
Si pudiera exigirle a la vida algo, ciertamente sería un pago por todo lo malo que subjetivamente me ha sucedido a través de los años; que me revelara el por qué del dolor infringido y del castigo recibido a lo largo del camino que he llevado.
Si se pudiera objetivar a la vida en un ser tangible, quisiera tener la oportunidad de mirarla a los ojos y escupirle a la cara, tan solo por desahogo ¿Qué más puede suceder? ¿Qué se enoje conmigo?
Mi rencor a la vida me vuelve incoherente, balbuceante, rencoroso e irreflexivo. Lo sé muy bien, pero no puedo contener mi rabia. Bulle y se agita dentro de mi pecho como si fuera una tormenta confinada dentro de una esfera de vidrio. Siento como esa lluvia fría resquebraja mi fe en la humanidad en cada cambio de rumbo, como ese viento frio arrastra lo bueno de mi hasta el fondo de un mar negro y sombrío, no por lo profundo sino por lo turbio de sus aguas que no dejan de revolverse minuto tras minuto.
¿Dónde estás mi Solecito? Cuanto quisiera ver la luz que irradias para ahuyentar las tinieblas de mi pesar.
Si le pudiera pedir algo a la vida como retribución, serían tus ojos limpios cada mañana y tu sonrisa chiquita que tiene la virtud de hacerme capear cualquier temporal. Deseo que la vida brille en tu regazo Solecito, y te lleve a buen puerto.
Vaya que es extraño que en algo tan banal como es el tema de una telenovela, se pueda contener una frase que pueda resultar tan amarga.
Si pudiera exigirle a la vida algo, ciertamente sería un pago por todo lo malo que subjetivamente me ha sucedido a través de los años; que me revelara el por qué del dolor infringido y del castigo recibido a lo largo del camino que he llevado.
Si se pudiera objetivar a la vida en un ser tangible, quisiera tener la oportunidad de mirarla a los ojos y escupirle a la cara, tan solo por desahogo ¿Qué más puede suceder? ¿Qué se enoje conmigo?
Mi rencor a la vida me vuelve incoherente, balbuceante, rencoroso e irreflexivo. Lo sé muy bien, pero no puedo contener mi rabia. Bulle y se agita dentro de mi pecho como si fuera una tormenta confinada dentro de una esfera de vidrio. Siento como esa lluvia fría resquebraja mi fe en la humanidad en cada cambio de rumbo, como ese viento frio arrastra lo bueno de mi hasta el fondo de un mar negro y sombrío, no por lo profundo sino por lo turbio de sus aguas que no dejan de revolverse minuto tras minuto.
¿Dónde estás mi Solecito? Cuanto quisiera ver la luz que irradias para ahuyentar las tinieblas de mi pesar.
Si le pudiera pedir algo a la vida como retribución, serían tus ojos limpios cada mañana y tu sonrisa chiquita que tiene la virtud de hacerme capear cualquier temporal. Deseo que la vida brille en tu regazo Solecito, y te lleve a buen puerto.
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