Han pasado años, ya diez por lo que puedo darme cuenta, desde que escribí la primera de las escasas entradas que hay en este lastimero intento de blog personal.
Solo vengo en mis peores momentos de soledad o de tristeza, así que debo de agradecer el que no hayan sido muchos a lo largo de esta década, que desde mi perspectiva actual actual no se como definirla.
He perdido mi estilo de escritura, mi mente aguda, mi figura delgada, mi perspicacia, a varios miembros de mi familia, un 40% de cabello, un 50% de vista y... a mi perrito.
Hoy murió ese dulce pedazo de mechudo blanco y negro, que llegó a mi vida ante otra pérdida similar hace años ya.
Llegó siendo una bolita de pelusa de grandes ojos y corazón enorme que llenó vacíos inmensos en la voragime de mi vida.
Lleno con su gracia los momentos de abatimiento que ensombrecieron mi adultez joven y mis hombros caídos.
Murió una sonrisa que acompañó a mi solecito desde que nació, que con su juguetona actitud y su incansable energía me exaspero y me hizo feliz por partes iguales.
Hoy te fuiste mi compañerito, mi amigo y mi confidente, hoy exhalaste tu último aliento en mis brazos y te fuiste a jugar al jardín eterno donde te esperaban esos otros animalitos buenos que dieron dulzura a tanta amargura en mi niñez y juventud.
Te fuiste a echar hoy a los pies de mamá, de la que fuiste consentido y amor culpable.
Te fuiste y te llevaste un pedazo de mi pecho que siento vacío y ardiente, como ardientes se sienten las gotas de fuego que escurren de mis ojos hoy por ti, mi perrito hermoso.
Me dice tres lustro de felicidad y compañia, me diste tu vida entera y amor sin límite. Me diste todo y aunque yo no te dí ni una pequeña fracción de lo que tú me diste, te llevaste contigo una parte grande de mi amor en esta vida.
Como le voy a decir a mi Solecito que te deje ir? Como le diré que ya no vas a estar aquí nunca más?
Como?
No hay comentarios:
Publicar un comentario