jueves, 22 de noviembre de 2012

Un poema que retrata una verdad amarga y refleja un actual estado de ánimo

LA VUELTA DE LOS VENCIDOS.

Por la estepa solitaria, cual fantasmas  vagorosos,
abatidos, vacilantes, cabizbajos, andrajosos,
se encaminan los vencidos a su hogar;

Y al mirar la antigua torre de la ermita de su aldea,
a la luz opalescente que los cielos alborea,
van el paso retardando, temerosos de llegar.

Son los hijos, la esperanza de esta raza poderosa
que, los campos fecundaron con su sangre valerosa,
arrastra siempre el triunfo amarrado a su corcel.

Son los mismos que partieron entre vivas y clamores,
Son los mismos que exclamaron: ¡¡Volveremos vencedores!!...
Son los mismos que juraban al contrario derrotar;

Son los mismos, son los mismos sus caballos sudorosos,
son los potros impacientes que  piazaban ardorosos
de los parches y clarines del estruendo militar.

Han sufrido estos soldados los horrores de la guerra,
el alba en la llanura y las nieves en la sierra,
el ardor del rojo día de las noches de traición;

el combate sanguinario, el disparo, la lanzada
-el acero congelado y la bala caldeada-
y el empuje del caballo y el aliento del cañón,

pero más que estos dolores sienten hoy su triste suerte,
y recuerdan envidiosos el destino del que muerte
encontró en tierras lejanas, es mejor, mejor morir

que volver a los hogares con las frentes abatidas,
sin espada, sin banderas. Y ocultando las heridas,
las heridas que en la espalda recibieron al huir.

                                                    Luis de Oteyza.


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